sobre el fin del amor
Sobre El fin del amor: Querer y coger en el siglo XXI
Miguel
Ran
El fin del amor de Tamara Tenembaun es un
libro que describe al patriarcado blando que habitamos los
“progresistas”. Sin quitar importancia al temario que aborda,
deseo resaltar dos puntos implícitos en el libro: La crítica a la
tentación victimista y la lucha reconociendo nuestra propia
alienación en dicho patriarcado blando.
El libro El fin del
amor de Tamara
Tenembaun habla del amor romántico y del otro, de coger, de la
monogamia, del poliamor y de la libertad sexual, de la dictadura de
la belleza potenciada por las redes, de la maternidad como
deber-deseo, del peligro de una liberación en el “éxito”
económico impulsada por el feminismo neoliberal y varios demases con
una agudeza que estábamos necesitando. El capítulo del mercado
del deseo(*), por ejemplo, es
fascinante.
(*El capítulo 4 No sos vos, es el mercado del
deseo está online publicado por la revista anfibia en
http://revistaanfibia.com/ensayo/no-sos-vos-mercado-del-deseo/)
El libro se mete con el patriarcado
blando de formas suaves que afecta a la clase media culta
citadina de 20 a 40 años y, por extensión, a otros que compartimos
sus espacios, valores y características(*).
(*En
mi opinión, habla de una población de entre 20 a 40 años, incluída
socialmente, con acceso a la universidad y/o con consumo cultural de
una o más generaciones. A medida que nos alejemos de ese sector
social, el relato hablará un poquito menos de nosotros. Sin embargo
este sector social puede no ser muy numeroso, pero posee bastante
gravitación.)
El libro menciona a otros patriarcados más
duros, que afectan por ejemplo al once ortodoxo, a zonas rurales, a
la comunidad evangelista del barrio, y a tantos y tantas… pero no
son el tema del libro. También reconoce la opresión patriarcal en
las distintas realidades económicas de las distintas clases
sociales, pero ese también es un tema que queda afuera. Tamara habla
de su mundo, y como un libro no debe hablar de todo, este
habla de lo que habla. Y está bien.
Yo, en este texto, deseo referir no a los
puntos presentes en el índice del libro, sino a otros puntos que se
filtran en este escrito y que (también) me parecen importantes: Creo
que este libro, a los que habitamos el patriarcado
blando, nos da herramientas contra la tentación
victimista, por un lado, y para explicitar la propia alienación, por
el otro.
El agua y el pez
Tamara tiene una ventaja sobre nosotros: ve
nuestro patriarcado desde afuera.
Como el único que no ve el agua es el pez,
Tamara que nació en el patriarcado duro de la comunidad judía
ortodoxa del Once(*) porteño puede ver fácilmente los
hilos del patriarcado blando. En su libro entra y sale de
once y del patriarcado blando todo el tiempo, para señalar
diferencias y similitudes.
(*La población judía en
Argentina se calcula hoy en alrededor de 220.000 judíos. En su gran
mayoría (85%) vive en la capital, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
en 54 diferentes comunidades. La autora nació en la comunidad
ortodoxa que habita el barrio de Balvanera (popularmente conocido
como el Once) de dicha ciudad.)
A los 12 años es cuando su madre le permite ir
a una escuela secular, es decir, a una de afuera de la comunidad
ortodoxa. Allí conoce mujeres criadas en el patriarcado blando
y su primera impresión fue que eran mujeres que se “habían
criado en lo que (Tamara) interpretaba como libertad total”.
Luego, de a poco, iría descubriendo los hilos que oprimen
veladamente a esas “mujeres libres”.
El victimismo
El victimismo es una tentación para los
movimientos emancipatorios porque, al colocar al sujeto social como
víctima, permite asumir una agenda de reivindicaciones en forma (más
o menos) despolitizada.
El debate sobre los peligros y las limitaciones
de construirse como víctima existe dentro del movimiento de género,
y Tamara, sin nombrarlo, lo aborda explícitamente cuando escribe
que: “‘Nos mueve el deseo’ es una de las consignas que más
me gustan de todas las que circulan en los feminismos argentinos (…)
porque marca un camino diferente (…) del que demanda “protección”,
que nos infantiliza”(*).
(* La cita completa es:
“‘Nos mueve el deseo’ es una de las consignas que más me
gustan de todas las que circulan en los feminismos argentinos; me
gusta porque marca un camino diferente del de la venganza
(entendible, pero poco constructivo en términos políticos y
sociales, es decir, a nivel del vínculo entre hombres, mujeres y
personas no binarias) o del que demanda “protección”, que nos
infantiliza” Tenenbaum, T., p. 71)
No quiero hablar de ese punto, si no de
referirme a la tentación victimista para enfrentar al patriarcado
blando: ¿Cómo denunciar al patriarcado blando sin
exagerar su opresión, más cuando sabemos que otros soportan un
patriarcado más duro?
Tamara, que reconoce su “suerte”
social varias veces en el texto, es clara: “Prefiero vivir acá,
prefiero vivir así: soy hija de esta época, (…) por eso creo que
podemos criticarla, que tenemos que criticarla para ser más libres”
(*Tenenbaum, T., p. 27), y acto seguido critica sin piedad a
“esta época”. Que existan patriarcados peores no quiere
decir que no debamos combatir “al menos peor”. No es
cuestión de elegir patriarcado, sino de lograr que caiga, de
tirarlo. Y este es el patriarcado que (nos) oprime a la “clase
media culta”.
La crítica al patriarcado blando es
importante por dos razones más:
-
Para que
aquellos que sufren un patriarcado más duro puedan identificar y
combatir también al patriarcado blando, o al menos, no
menospreciarlo.
-
Y porque denunciar al patriarcado
blando es poder enfrentar al discurso de “feministas eran
las de antes”. Esa línea de pensamiento que defiende al
patriarcado negando que exista porque “hoy las mujeres pueden
votar, trabajar y recibirse de ingeniera”.
la alienacion
La alienación de los “demás”
En la lucha por la liberación de los
oprimidos, muchas veces sentimos que los alienados son otros.
Los que somos militantes nos aceptamos como oprimidos económica,
racial, social o patriarcalmente. Pero asumir la propia
alienación es más contradictorio.
Así ocurre la confusión de algunos varones:
“si no ejerzo violencia ni coacción contra mis parejas, no
debo ser machista”. Y también la confusión de algunas
mujeres: “si mis parejas no ejercen violencia ni coacción sobre
mí, debo estar liberada”.
El libro se mete en nuestra propia alienación
“progresista”. La fuerza del patriarcado blando
es su ductilidad, su adaptación, su imposición de reglas sin
violencia y sin coacción, su “lo hiciste porque quisiste”.
Un patriarcado que juega a ser invisible, o como mínimo, a
convencernos que es mucho mejor que el duro.
Señala la opresión pero también la
seducción del patriarcado blando. Señala como
aceptamos sus valores y cómo disfrutamos la comodidad cuando por
clase social, raza o simplemente metabolismo, encajamos en el
mandato. Nos desnuda un patriarcado dinámico, que muta para
sobrevivir y que adapta sus premisas para que las confundamos con
nuestros valores.
Sin moralismos ni excomuniones, Tamara se
reconoce como una alienada más, porque “machistas fuimos (y en
alguna medida, todavía somos) todos y todas” (*Tenenbaum, T., p.
71). En vez de una condena moralista, plantea respetar el deseo
de las personas de ser felices en el mundo real. “La política
sexual revolucionaria (debe) invocar el profundo deseo del
ser humano de hallar la felicidad en la vida y en el amor” decía
Wilheim Reight en 1933(*).
(* Reich, W. (1933).
Psicología de masas del fascismo. En La
familia autoritaria en la perspectiva de la economía sexual.)
Conclusión
Para Tamara la lucha es una práctica, un ir
hacia el horizonte, sabiendo que “las urgencias no esperan a
que tengamos las herramientas para resolverlas” (*Tenenbaum, T., p.
75). El fin del amor: Querer y coger en el siglo XXI
es un libro que nos ayuda a la claridad política para entender el
patriarcado aquí y ahora, explícito e implícito, en sus diferentes
mutaciones y adaptaciones.